Las y los trabajadores sabemos de violencia económica, social, cultural y política. Conocemos la violencia de la subcontratación, de las condiciones laborales inseguras, de los contratos precarios, de la explotación de los salarios miserables, de las maniobras antisindicales, de los despidos injustos, de la vulneración a nuestros derechos de sindicalización, negociación colectiva y huelga. Pero el pueblo ha despertado, se ha levantado, se defiende y no está dispuesto a volver atrás. Ha dado un salto cuantitativo y cualitativo en la lucha de clases, y en una demostración palpable del poder transformador del pueblo movilizado, construirá un Chile nuevo, no violento, no represor, un Estado realmente democrático en todo el amplio sentido de la palabra. Y será hermoso.