El pasado lunes 18 de octubre, y a dos años del estallido o revuelta social en nuestro país, se realizaron actividades de conmemoración en todos los territorios en donde la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) nos organizamos y tenemos presencia. Música, discursos, solidaridad y compromiso fueron los elementos presentes, donde la CTC y sus Federaciones también nos hicimos parte.
Se recordó a las y los presos políticos de la revuelta, muchas y muchos de ellos aún en cautiverio sin pruebas reales, o derechamente irregulares, que justifiquen siquiera un proceso judicial en su contra. También hubo memoria y solidaridad con las víctimas fatales y mutilados oculares a manos de agentes del Estado. Del mismo modo, junto con el “18-O”, y esta vez en Calama, también se conmemoraron 48 años del paso de la Caravana de la muerte juntando así reivindicaciones y exigencias de justicia históricas con las actuales. El ambiente, junto con lo anterior, tuvo una comprensión que se hizo presente en todas partes: la consciencia de que las profundas desigualdades e injusticias que detonaron la gran protesta nacional hace dos años siguen latentes.
Como organización nacional que agrupa y organiza a las y los trabajadores subcontratados de la minería del cobre, a dos años de la revuelta, reivindicamos nuestras históricas demandas: la renacionalización del cobre, el litio y todos los bienes comunes estratégicos; el fin del subcontrato como sistema de precarización laboral, y a igual trabajo igual salario, a la vez que hacemos el llamado a persistir y continuar el legado de tantos años y de tantos miles de compañeras y compañeros que han luchado por justicia durante toda la historia del país, y que solo unidos y organizados vamos a conseguir avanzar hacia la conquista de la tan anhelada justicia social.
Compartimos a continuación el texto íntegro del discurso ofrecido por la Confederación de Trabajadores del Cobre en El Salvador y Chañaral:
Estimadas compañeras, estimados compañeros:
Se cumplen dos años de uno de los acontecimientos más relevantes en toda la Historia de Chile: Un alzamiento popular, una revuelta, un estallido social, un despertar masivo, profundo y transversal que cuestiona las raíces más profundas del modelo neoliberal dictatorial y antidemocrático, producto de mentes desquiciadas que hace 48 años destruyeron la democracia, que no sólo bombardearon la Moneda, sino los sueños y esperanzas de un pueblo que entonces empezaba a construir una patria justa, digna y solidaria.
El estallido popular vino a destapar en Chile las más profundas desigualdades sociales, las injusticias, la verdadera cara de una institucionalidad contaminada hasta sus bases por la corrupción. Vino a mostrar el real sentir de un pueblo herido, lastimado y violentado por una estructura social injusta, donde una minoría multimillonaria disfruta de todos los privilegios mientras la gran masa de la población se debate a nivel de sobrevivencia con salarios precarios y pensiones de miseria.
El 18 de octubre pasa a ser, definitivamente, una de las grandes fechas en la Historia de Chile. Ese día el pueblo dijo basta, y se levantó para nunca más estar de rodillas. Y como ha ocurrido siempre en la Historia de Chile, los héroes populares son tachados de delincuentes, de vándalos, de violentistas por los patrones y los defensores del modelo, que defienden sus prebendas como lo han hecho siempre: con la represión brutal, con el crimen y la tortura.
El pueblo exigió un Asamblea Constituyente para construir una nueva carta Magna que redefina los principios que rigen el país. El mal llamado “Acuerdo por la Paz”, suscrito entre gallos y medianoche el 15 de noviembre de 2019, estableció una Convención Constitucional, una figura a a medida del sistema, y condicionada a exigencias que no reflejan el sentir popular. A pesar de ello, el pueblo eligió a sus representantes, y la nueva Constitución no será el producto ni de la sensibilidad ni la buena voluntad del gobierno, sino el resultado del mandato popular, del sentir del pueblo expresado en las calles, en movilizaciones masivas, en marchas, en protestas, en múltiples manifestaciones populares de rebeldía. La nueva Constitución deberá responder a los anhelos y a las necesidades reales de la gente, será la culminación de una larga Historia de luchas populares, una Historia que nuestros antepasados han escrito con sangre, una Historia de matanzas obreras, de políticas de exterminio, de tortura, de genocidio.
Como Confederación de Trabajadores del Cobre, organización nacional de los trabajadores subcontratados de la minería, los precarizados del rubro, hemos avanzado en esta travesía de luchas levantando tres ejes principales: la renacionalización del cobre, el litio y todos los bienes comunes estratégicos, el fin del subcontrato como sistema de precarización, y a igual trabajo igual salario. Son tres grandes demandas que hoy tienen más vigencia que nunca, que cobran fuerza y sentido para cada uno de los dirigentes y socios de la organización. Y es por esto que estamos aquí nuevamente con ustedes, para entregarles este fraternal saludo, para decirles que seguiremos avanzando en este camino de lucha, en búsqueda de una mejor calidad de vida para la clase trabajadora y sus familias.
Somos los llamados a no olvidar, somos los llamados a persistir y somos los llamados a seguir este legado de tantos años y de tantos miles de compañeros y compañeras que ha luchado por justicia durante la Historia del país.
Hoy podemos decir, junto con todas las trabajadoras y todos los trabajadores de Chile, que no estábamos equivocados cuando decíamos que unidos y organizados podemos avanzar en bloque, que esa pequeña cúpula que maneja nuestros destinos de verdad nos teme, porque saben que para ellos somos un enemigo imparable.
Eso es lo que nos da la autoridad moral para exigir, por primera vez en más de dos siglos, una Constitución escrita por el pueblo, con el pueblo y para el pueblo, con todo el derecho a decidir nuestro propio destino.
Con la misma autoridad moral exigimos la liberación de las y los presos políticos de la revuelta popular, encarcelados por luchar, rehenes del sistema, castigados por el delito de tener pensamiento crítico y sin un juicio justo, mientras los verdaderos delincuentes, los corruptos de cuello y corbata, son castigados con clases de ética.
Hoy se escucha fuerte el grito popular en demanda de verdad y justicia por cada uno de los y las compañeras caídas en esta lucha, por los asesinados, por los heridos y los mutilados. No olvidamos a ninguno y a ninguna en esta larga Historia que hoy venimos aquí a conmemorar con dolor, con rabia, pero también con mucha alegría, porque el fruto de la rebeldía social marcará un antes y un después en la Historia de Chile.
Por ello es que estamos aquí, por un estado garante y no subsidiario, por derecho a la vivienda, a la salud, a la educación, a las pensiones dignas, resistiendo, luchando, creando, reivindicando, recordando y exigiendo.
Mientras resistimos, nos cuidamos siendo libres, más responsables y más solidarios, apoyándonos mutuamente, con el gesto amable que no busca ganancias, con la conversación cara a cara, con entendimiento y reciprocidad.
Nuestro llamado es a apoyarnos solidariamente como clase trabajadora, combatiendo a quienes nos combaten, juntos contra la tiranía, con las manos limpias, sin machismo, sin homofobia, sin racismo, sin autoritarismo. Contra todos los que intentan dividirnos, contra el capitalismo salvaje que nos oprime.
A tomar conciencia…
Sin resistir somos cómplices, sin Dignidad no somos nada.
Separados somos débiles, unidos somos fuertes.
¡Arriba los que luchan y no se rinden!